A veces me sueño en Sefarad e imagino mi vida en las callejuelas de las angostas juderías. Recuerdo una vida que podría haber vivido, mis esperanzas y angustias, los gestos y costumbres que articulan el quehacer diario; intento comprender el aliento aún vivo de un pasado ya extinguido.
Intento en mis libros volver a aquellos momentos luminosos hoy a menudo olvidados, invitar a un viaje por la memoria, bella, necesaria. Mis sueños son memoria.
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