
A Dios gracias, y para protección nuestra, nos ha sido dado el don de un cierto disimulo de nuestros estados del alma. O quizás no, ¡quizás nos estamos perdiendo imágenes de gran belleza! Quizás todo sería más fácil, quien sabe. El martes fui a la presentación de un libro de memorias de la guerra civil. El autor estaba francamente emocionado, y no poco nervioso. Tras engullir una tila, se enfrentó al auditorio, rompiendo el hielo con las siguientes palabras:
"Si los nervios fueran pinchos yo ahora parecería un cactus!"
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