
Lo confieso, no sé dibujar. Bueno, sí que sé dibujar, de hecho todos los niños saben dibujar, aunque muchos luego lo olvidan. Aquí tenéis una pequeña creación mía, hecha a los cuatro o cinco años. Los dibujos de la infancia tienen su magia. Pero luego fui al colegio, e hice Bellas Artes, descubrí el mundo oficial de las formas, y me desaprendieron. me fueron vistiendo con capas cada vez mas tupidas de normas prejuicios, me modelaron con la mirada del otro, me enseñaron cual es la manera correcta de representar las cosas, y yo.... cada día me sentía más torpe y vacilante, pues no conseguía alcanzar la Forma, la belleza deseable. Hasta que un día, este personajillo de mi pasado vino a mi encuentro, con sus grandes ojos curiosos e ilusionados, con sus generosas y torpes manitas, y con un cuerpo creciendo en un traje que apenas le dejaba espacio. Me cogió de la mano y me invitó a redescubrirme en los trazos espontáneos de mi infancia. Me susurró: "sé original, vuelve al origen, tu origen, descubre quien eres y nunca te avergüences de ello".
Este ha sido el viraje más importante de mi vida. Decidí arrancar una a una las capas de cebolla con las que la educación me había acorazado. Y grité al mundo: "Sí, soy torpe. La torpeza es mi estilo"
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